Evidentemente, el término tiene un matiz despectivo y su uso norperuano vincula esta región con los países vecinos en la necesidad de rechazar las malas acciones, especialmente vinculadas con el chisme o reveseo.

Por Carlos Arrizabalaga. 17 mayo, 2021.

Los diccionarios piuranos del padre Puig y de Arámbulo definen el adjetivo ‘ardiloso’ como sinónimo de atrevido, tramposo, astuto, mañoso. Es palabra antigua (también en portugués), porque nunca han faltado los vivos que consiguen cosas con tretas y mentiras, y “ardil”, se decía antiguamente en lugar de “ardid”, la trampa especialmente hábil, como lo notan los lexicógrafos del siglo XIX.

La voz quedó en desuso pronto en España, aunque la recoge el Diccionario de Autoridades (1726). Juan de Arona (1883) estimaba que era más usual en Chile que entre nosotros. El ecuatoriano Pablo Herrera (1884) consideraba que era voz usual en América. La registró en Colombia, donde un personaje del escritor costumbrista Tomás Carrasquillo (1935) le desaconseja a otro “respetar a ese cuñado tuyo, tan ardiloso”.

En el Perú, Ciro Alegría lo emplea en cuatro ocasiones como cuando describe a Eulalila como “holgazana y ardilosa” y luego insistirá con la madre de Augusto llamándola “ardilosa y alharaquienta”. Otro personaje de Vegas Seminario se describe como un “cholo ardiloso”.

Evidentemente, el término tiene un matiz despectivo y su uso norperuano vincula esta región con los países vecinos en la necesidad de rechazar las malas acciones, especialmente vinculadas con el chisme o reveseo. “¡Qué estás revesea que revesea, china prevaricada y ardilosa!” Carlos Robles (1983) recordaba así a su abuela, llamando la atención a una doméstica.  Y es que, en Piura se advierte de inmediato, concluye Robles, cuándo se está reveseando porque como decía: “boca que se agita reveseo hace”. Y eso es propio de personas ardilosas.

En los últimos tiempos, parece que ha especializado su significado y se aplica al que finge dolor o daño, o también al que se queja demasiado. Su evolución semántica se ha adaptado a los tiempos porque decimos ahora más “vivo” o “vivazo” al tramposo y atrevido, que igual pulula por las calles con engaños de toda clase.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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